The Tallis Scholars (Directed by Peter Phillips)
Spem in alium (1985)
Spem in alium (1985)
Spem in alium numquam habui praeter in te
Deus Israel
qui irasceris
et propitius eris
et omnia peccata hominum in tribulatione dimittis
Domine Deus
Creator coeli et terrae
respice humilitatem nostram
Trad. al inglés:
I have never put my hope in any other but in you
O God of Israel
Who can show both anger
And graciousness
And who absolves all the sins of suffering man
Lord God
Creator of Heaven and Earth
Be mindful of our lowliness
Duración: 9:51
Tenía miedo de postear algo de música clásica, dado mi relativo desconocimiento del tema, y ya no digo de música coral renacentista. Pero no podía resistirme a los encantos de esta obra de arte. Estamos ante una obra maestra capaz de cautivar y emocionar a casi cualquier oyente con la disposición adecuada.
No hace falta saber mucho de música clásica para comprender las intenciones de Tallis. Como suele ser habitual en obras de este tipo el objetivo es empequeñecer al lector, hacerle sentir insignificante, como un personajillo en un cuadro de Friedrich. Por eso piezas como esta funcionan mejor con auriculares y prestando la suficiente atención o bien subiendo a tope el volumen de los altavoces. Pero conseguir eso sin aburrir al oyente a lo largo de diez minutos no es tarea sencilla. Así no estamos ante un ejercicio de "drone vocal". Las diferentes voces entran y salen, a veces individualmente, otras en grupo. Son voces que se entretejen como instrumentos en una mezcla de Kevin Shields, consiguiendo efectos que resultan a veces emocionantes. Además hablamos de, ni más ni menos, que de cuarenta voces, que no es moco de pavo.
Precisamente, el hecho de necesitar cuarenta voces con la suficiente técnica como para interpretarla hace que esta pieza no sea representada habitualmente, que digamos. Pero siempre nos queda imaginar como debe sonar algo como esto en las condiciones ideales, en un recinto como una iglesia o catedral y con verdadero sonido surround, con los diferentes grupos de voces rodeando al oyente...
No hace falta saber mucho de música clásica para comprender las intenciones de Tallis. Como suele ser habitual en obras de este tipo el objetivo es empequeñecer al lector, hacerle sentir insignificante, como un personajillo en un cuadro de Friedrich. Por eso piezas como esta funcionan mejor con auriculares y prestando la suficiente atención o bien subiendo a tope el volumen de los altavoces. Pero conseguir eso sin aburrir al oyente a lo largo de diez minutos no es tarea sencilla. Así no estamos ante un ejercicio de "drone vocal". Las diferentes voces entran y salen, a veces individualmente, otras en grupo. Son voces que se entretejen como instrumentos en una mezcla de Kevin Shields, consiguiendo efectos que resultan a veces emocionantes. Además hablamos de, ni más ni menos, que de cuarenta voces, que no es moco de pavo.
Precisamente, el hecho de necesitar cuarenta voces con la suficiente técnica como para interpretarla hace que esta pieza no sea representada habitualmente, que digamos. Pero siempre nos queda imaginar como debe sonar algo como esto en las condiciones ideales, en un recinto como una iglesia o catedral y con verdadero sonido surround, con los diferentes grupos de voces rodeando al oyente...
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