Klaus Nomi
Klaus Nomi (1981)
Klaus Nomi (1981)
What power art thou, who from below
Hast made me rise, unwillingly and slow
From beds of everlasting snow?
See'st thou not how stiff and wondrous old
Far unfit to bear the bitter cold
I can scarcely move, or draw my breath
I can scarcely move, or draw my breath
Let me, let me, let me, let me freeze again
Let me, let me, freeze again to death
Duración: 4:04
actuación en directo
Klaus Nomi fue un bicho raro que buscaba conjugar sus dos obsesiones musicales, la ópera y el rock. Vamos, igualito que Rob Halford, tsk. En pleno apogeo de la new wave, que daría lugar al nacimiento de un importante foco en tierras alemanas, en lo que se llamaría Neue Deutsche Welle, apareció en el underground neoyorquino este tipo que proponía una síntesis musical que, en apariencia, resultaba risible. Klaus, que ya superaba ampliamente la treintena cuando empezó a meterse más o menos en serio en el mundillo del pop y el rock, empezó a componer algunas canciones propias (como "After the Fall") y a seleccionar sus versiones (como "You Don't Own Me" de Lesley Gore), pero todo con un sentido de la exageración que bordeaba lo cómico.
El caso es que Klaus no quería ser recordado como un mero excéntrico. Obviamente, trataba de pasárselo bien y de disfrutar haciendo lo que hacía, pero su objetivo primordial era demostrar que la música popular y la clásica podían entenderse y darse la mano. Por supuesto, eso ya se hizo antes (o intentó hacerse) a principios y mediados de los 70, con multitud de grupos de rock sinfónico o de prog-rock que, en mitad de alguna de sus larguísimas suites, metían covers de artistas como Wagner o Mahler. Pero en la época en la que Klaus decidió sacar sus temas, tras la aparición del punk y la new wave, la cosa ya se había vuelto más difícil. Y es aquí donde aparece "The Cold Song".
"The Cold Song" es un aria de la semi-opera "El rey Arturo", compuesta por Henry Purcell y cuyo libreto fue escrito por un grande de las letras británicas como John Dryden. El aria consiste en la respuesta del Genio del Frío, espíritu del invierno, a la invocación hecha por el Genio del Aire. Es un momento sobrecogedor pero Klaus le da otra vuelta de tuerca. Al tratarla como pieza individual, y con la ayuda de su fantástica voz, nos da una sensación de fatalismo y pesimismo extremo. Klaus suena como un muerto resucitado, enojado y triste por haber sido llamado y tener que soportar el frío cruel de su morada mortal (no en vano es el jodido espíritu del invierno). La principal diferencia es que aquí la interpretación de Klaus despoja cualquier atisbo de "sobrehumanidad" que el prota del aria pudiera tener. Ahora Klaus suena como un hombre normal y corriente, confuso, aturdido y tiritando por haber sido llamado de entre los muertos por fuerzas ajenas a él.
Sorprendentemente, la fuerza de este tema es independiente del hecho que conozcamos el trágico final de Klaus apenas dos años después, en 1983, por complicaciones relacionadas con el SIDA, tal es la convicción y fuerza (o mejor dicho, ausencia de ella :P), que transmite.
El caso es que Klaus no quería ser recordado como un mero excéntrico. Obviamente, trataba de pasárselo bien y de disfrutar haciendo lo que hacía, pero su objetivo primordial era demostrar que la música popular y la clásica podían entenderse y darse la mano. Por supuesto, eso ya se hizo antes (o intentó hacerse) a principios y mediados de los 70, con multitud de grupos de rock sinfónico o de prog-rock que, en mitad de alguna de sus larguísimas suites, metían covers de artistas como Wagner o Mahler. Pero en la época en la que Klaus decidió sacar sus temas, tras la aparición del punk y la new wave, la cosa ya se había vuelto más difícil. Y es aquí donde aparece "The Cold Song".
"The Cold Song" es un aria de la semi-opera "El rey Arturo", compuesta por Henry Purcell y cuyo libreto fue escrito por un grande de las letras británicas como John Dryden. El aria consiste en la respuesta del Genio del Frío, espíritu del invierno, a la invocación hecha por el Genio del Aire. Es un momento sobrecogedor pero Klaus le da otra vuelta de tuerca. Al tratarla como pieza individual, y con la ayuda de su fantástica voz, nos da una sensación de fatalismo y pesimismo extremo. Klaus suena como un muerto resucitado, enojado y triste por haber sido llamado y tener que soportar el frío cruel de su morada mortal (no en vano es el jodido espíritu del invierno). La principal diferencia es que aquí la interpretación de Klaus despoja cualquier atisbo de "sobrehumanidad" que el prota del aria pudiera tener. Ahora Klaus suena como un hombre normal y corriente, confuso, aturdido y tiritando por haber sido llamado de entre los muertos por fuerzas ajenas a él.
Sorprendentemente, la fuerza de este tema es independiente del hecho que conozcamos el trágico final de Klaus apenas dos años después, en 1983, por complicaciones relacionadas con el SIDA, tal es la convicción y fuerza (o mejor dicho, ausencia de ella :P), que transmite.
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